La reciprocidad mente-mundo puede afectar la efectividad de nuestros dispositivos para facilitar innovaciones. Miramos, vemos e inferimos dónde mirar a continuación para que el mundo siga apareciéndonos comprensible. Si no hacemos consiente este proceso que usa nuestro cerebro para ahorrar energías, es probable que las cosas no cambien. El pensamiento predictivo nos acompaña como nuestra sombra cuando diseñamos dispositivos para el cambio. Si quieres propiciar innovaciones deberás ser capaz de “saltar” esta trampa. Aquí va algo de información para hacer conscientes estas estructuras mentales y ser más efectivos al momento de promover innovaciones.
Creditos: https://redextensionrural.blogspot.com/2021/01/el-pensamiento-predictivo-un-riesgo.html
“El hombre construye edificios, luego los edificios le dan forma al hombre”. (W. Churchill)
Cuando transformamos el entorno, transformamos también nuestra mente y viceversa. Existe pues una relación recíproca entre nuestra mente y el mundo.
Primero, el mundo actúa sobre la mente para proporcionar el catálogo de impresiones sensoriales que almacenadas en nuestra memoria servirán para construir la materia prima con la que desarrollaremos las inferencias, que en definitiva serán nuestra interpretación del mundo. Mientras tanto, nuestra mente actúa sobre el mundo para que nuestro comportamiento cambie, o controle, el flujo de sensaciones para que estas encajen con el modelo interno responsable de esas inferencias. Este es el circuito cerrado e incesante de acción y percepción: miramos, vemos e inferimos dónde mirar a continuación para que el mundo siga apareciéndonos comprensible.
Pero cuando queremos innovar este circuito debe ser roto. Si no “las cosas” seguirán acomodándose para coincidir con nuestros esquemas de predicciones y reducir así la energía necesaria para aceptar lo nuevo. Aunque parezca raro, termina siendo una cuestión termodinámica. Y para que todo esto no “se rompa” nuestro cerebro hace uso permanentemente del pensamiento predictivo. Una pequeña “maquinita” que trabaja sin hacer ruido la mayoría de las veces.
¿Cómo funciona el pensamiento predictivo?
Nuestro cerebro es una caja cerrada que se conecta con su entorno mediante los sentidos. Los sentidos actúan como vías de acceso para la comprensión del entorno y de uno mismo. Pero el vínculo no es directo. La vista no traduce imágenes, el olfato no traduce olores, el oído no traduce sonidos, etc.
En realidad, cada sentido activa un bucle de relaciones que conecta recurrentemente “lo material” del entorno, con nuestras “condiciones sociales vividas” y con los “modos de pensar, atender y razonar” que ejercitamos. Cuando miras, no ves necesariamente lo que otros están viendo. En realidad, ves algo “bastante similar” pero que te afecta de manera diferente según tu estatus social adquirido, y según tu estructura de conceptualización construida en tu experiencia de vida en relación con dicho objeto.
Casi seguro te habrá pasado alguna vez haber sentido un perfume, o un olor que automáticamente te remontó a un hecho que impactó tus emociones. Y cuando vuelves a sentirlo, te trasladas a ese momento con igual emocionalidad. Esto se debe a que el olfato y la memoria están ligados en el cerebro... Las memorias sensoriales se establecen conectadas a otros sucesos simultáneos y por ello evocan emociones… “como el olor a salsa de la casa de la abuela”.
Estos fenómenos de registros en nuestra memoria se refuerzan luego mediante procesos de resonancia afectando (o construyendo) la realidad que percibimos. Para entender cómo opera un proceso de “pensamiento predictivo” y poder ver como eso afecta la innovación, tendremos que valernos de las 3 dimensiones que inconscientemente ponemos en juego para definir lo que creemos es la “realidad”: la percepción, la predicción y la materialidad.
El gráfico permite comprender cuál es el circuito de reforzamiento recurrente que usamos para construir la realidad. Por cierto, también sirve para entender los “relacionamientos” que construimos y sostenemos entre las personas. Tenemos tendencia a sostener mejores relaciones, constituir “tribus”, con aquellas personas que refuerzan esa creencia.
El paradigma del pensamiento predictivo, postula que nuestra percepción no es la captación pasiva de una realidad externa objetiva. Sino que es un proceso de inferencia activa, una especie de alucinación controlada, que depende de una interacción efectiva entre las inferencias generadas a nivel central en nuestra mente, y la información sensorial captada por nuestros sentidos. Este paradigma es una propuesta que surge de la neurociencia teórica en la que se acepta que los procesos de percepción, acción y aprendizaje están íntimamente ligados, al considerarse como tres elementos fundamentales de un circuito. Dicho circuito ejecuta una forma de inferencia Bayesiana sobre la información sensorial que se recibe del ambiente.
Es una especie de bucle continuo. El modelo infiere y aprende qué modelo interno del mundo en nuestras representaciones neuronales predice y explica los aspectos del ambiente que son causa de nuestras continuas percepciones. ¿Resulta difícil de entender? Hagamos un ejemplo.
La reciprocidad entre el mundo y la mente
Veamos una situación ficticia de pensamiento recurrente.
Estás en la estación esperando el colectivo que viene desde otro lugar lejano y que te llevará de regreso a casa. Llueve muy fuerte desde hace tiempo, el colectivo está un poco demorado en su horario de llegada, y comienzas a preocuparte, seguro llegarás más tarde de lo previsto. Tomas el teléfono y avisas de la situación a los que te esperan, aunque no sepas los motivos de la actual demora.
Como existe una relación recíproca entre nuestra mente y el mundo, es “muy probable” que, aunque la correlación no implique causalidad, tu cerebro evite el camino de corroborar los signos causales. Primero, el mundo actúa sobre la mente para proporcionar el catálogo de las impresiones sensoriales que, almacenadas en nuestra memoria, formarán la base de la inferencia que es finalmente nuestra interpretación del mundo → percepción: la hora, la lluvia, el tiempo que hace que llueve, etc.
Mientras tanto, nuestra mente actúa sobre el mundo para que nuestro comportamiento cambie o controle el flujo de sensaciones de modo que encajen con el modelo interno responsable de esas inferencias → predicción asumimos que la demora es causa de la lluvia y que las condiciones del camino restante serán iguales por lo que la demora se incrementará.
Enotonces, llamamos a casa avisando que la demora será mayor aun →materialidad, porque “me preocuparía que en casa se alarmen de mi demora”.
Así nuestra mente actúa sobre el mundo para que nuestro comportamiento cambie, o controle el flujo de sensaciones, para que estas encajen con el modelo interno responsable de esas inferencias.
Este es el circuito cerrado e incesante de acción y percepción: miramos, vemos e inferimos dónde mirar a continuación para que el mundo siga apareciéndonos comprensible.
El pensamiento predictivo y la innovación.
Estar atentos a las trampas que pueden tendernos los pensamientos predictivos cuando diseñamos estrategias de apoyo a la innovación, es una tarea que, como promotores, podemos atender y desarticular. Ahora que sabemos cómo funciona el triángulo del pensamiento predictivo estamos en mejores condiciones de actuar como “alarmas” en el proceso. A continuación, dejo algunas dimensiones de análisis para estar atento y observar durante los procesos de apoyo a las innovaciones.
Las experiencias vividas muchas veces condicionan al devenir (eso ya lo viví… ya sé cómo sigue…) y cuando esto ocurre, no somos capaces de reconocer y aprovechar para los aprendizajes, las ventajas que ofrece el carácter situado y singular de una experiencia. Debemos lograr recuperar el sentido hermenéutico de la experiencia si queremos que se transforme en una herramienta de cambio que no discrimina. En el texto La oportunidad de un cambio de enfoque sobre la experiencia en las prácticas de extensión encontrarás pautas para cuando identifiques que la concepción tradicional de la experiencia se transforme en un componente central del pensamiento predictivo que frena el proceso de innovación.
Los prejuicios, si bien nos salvan muchas veces de situaciones conflictivas, es necesario desarrollar mecanismos de detección temprana de sus efectos negativos, y estar preparados para construir estrategias adecuadas que nos abran el camino sobre la “muralla” que muchas veces se construyen con ellos. En el texto La muralla del prejuicio encontrarás una guía con 3 pasos simples para desactivarlos si los prejuicios forman parte del pensamiento predictivo que necesitas desarticular para innovar.
El imaginario (predicciones). La flexibilidad también forma parte del éxito. Trabajar en el apoyo a procesos de innovación requiere reconocer que el viaje no será en línea recta y con pocas estaciones. Habrá que disponerse a entender que será un viaje orientado; con esquinas que se bifurcan y nos obligan a decidir cambios de direcciones, con paisajes diferentes a los imaginados, algunos inesperados. Como la vida misma. En el trabajo profesional de apoyo a procesos de innovación, la efectividad de lo planeado también será función de nuestra flexibilidad procedimental. Somete los imaginarios a rigurosos cuestionamientos. No les des la oportunidad para que se apoderen del proceso. Ellos también integran el pensamiento predictivo.
Esta propuesta intenta advertir sobre cómo la reciprocidad mente-mundo puede afectar la efectividad de nuestros dispositivos para facilitar innovaciones. Ahora sabemos que miramos, vemos e inferimos dónde mirar a continuación para que el mundo siga apareciéndonos comprensible. La oportunidad de “saltar” y propiciar innovaciones dependerá de si somos buenos censores para detectar y activar las interrupciones necesarias en el circuito del pensamiento predictivo.
Bibliografía consultada
Cuando transformamos el entorno, transformamos nuestra mente. https://theconversation-com.cdn.ampproject.org/c/s/theconversation.com/amp/cuando-transformamos-el-entorno-transformamos-nuestra-mente-149589
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